La transición demográfica acontecida en el mundo lleva décadas evidenciando la consecuencia más visible: el envejecimiento poblacional.
El aumento de la proporción de Personas Mayores (PM) es cada vez mayor en los países de la región, y el envejecimiento demográfico ha pasado a ser un tema de gran relevancia política.
En la Argentina, para el año 2020, la población de 60 años o más ascendía al 15,7% del total, es decir, casi 7,1 millones de personas (INDEC, 2013, proyección). Se proyecta que esta proporción continúe incrementándose hasta alcanzar un 22% para 2050, lo cual equivale a unos 12,5 millones de personas (Naciones Unidas, 2019).
Las consecuencias del envejecimiento poblacional son múltiples y complejas para la sociedad entera, pero principalmente para las propias PM. La salud, la vivienda, la atención a largo plazo, la protección social, la economía son, como mínimo, dimensiones que se deben abordar.
La Pandemia irrumpió bruscamente y evidenció, una vez más, que los recursos y modelos de abordaje hacia las PM son ineficaces y a la vez frágiles para afrontar situaciones que, aun siendo extremas, han tenido un impacto desproporcionado en las vidas de estas.
Cuando el aislamiento social parecía ser el único recurso para preservar la vida, la Salud Integral se veía afectada. Las PM sufrieron el impacto más negativo. Se encontraban encerradas en las habitaciones de su residencia o aisladas en sus viviendas sin salir durante largos períodos, incluso mayores que los pasados por el resto de la población. Permanecieron más tiempo sin recibir visitas y con un escaso o nulo contacto con sus familiares, y probablemente con menos acceso y manejo de las herramientas virtuales para conectarse con el mundo exterior.
Una vez más, el bienestar integral en sus dimensiones social y comunitaria, en la salud emocional y espiritual, estaba siendo afectado. La soledad no elegida se agrega a las problemáticas preexistentes.
La Pandemia irrumpió bruscamente y evidenció, una vez más, que los recursos y modelos de abordaje hacia las Personas Mayores son ineficaces
Esta situación, sumada a la merma progresiva en las capacidades físicas y mentales que presenta la senectud en sí misma y a que la longevidad alcanzada actualmente provoca la aparición de enfermedades degenerativas invalidantes, pone en alerta que son muchos los condicionantes que debemos considerar a la hora de definir las políticas públicas que conducen hacia un envejecimiento saludable.
El nivel de desafíos que plantea acompañar este proceso de manera favorable no ha encontrado aún una respuesta adecuada. El mundo parecería no estar lo suficientemente preparado para responder a los derechos y necesidades de las PM.
Romper el statu quo, pensar y diseñar políticas públicas para un envejecimiento que considere el bienestar desde un punto de vista integral, teniendo en cuenta los múltiples determinantes de la salud, implica contar con planes y programas que consideren las capacidades intrínsecas de las personas, el entorno en el que viven (entendido en su sentido más amplio: el entorno físico, social y político) y las interacciones entre ambos.
Es necesario y urgente abordar el envejecimiento desde las políticas públicas con eje en los derechos de las PM, puesto que interroga a la sociedad en su conjunto. Implica comprender y considerar profundamente que las PM contribuyen a la sociedad durante más tiempo, con oportunidades para gozar de buena salud en todas las etapas de la vida, y también contar con sistemas sociales y de salud integrados, transformadores y centrados en las personas en lugar de sistemas basados únicamente en la enfermedad.
Hacer frente a los retos que supone el envejecimiento saludable conlleva, por un lado,
una transformación en las formas de pensar sobre la edad y el propio envejecimiento. Por el otro, proponer políticas públicas que consideren al menos los siguientes elementos:
- Asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las PM (Proyecto de vida).
- Promover hábitos saludables para un envejecimiento activo y de disfrute.
- Ofrecer una atención integrada y centrada en las personas, y servicios de salud que respondan a las necesidades de las personas.
- Contar con un Plan de Apoyo. Proporcionar acceso a la atención a largo plazo para las PM que lo necesiten.
- Ofrecer entornos adaptados a las PM.
- Fomentar y facilitar la participación en espacios y actividades socio- comunitarias que mejoren la calidad de vida.
- Trabajar de manera articulada con las organizaciones de la sociedad civil, los organismos privados y sociales, para afianzar las medidas que se adopten y la participación de las diversas partes interesadas.
En suma, implica implementar políticas sanitarias que adopten conscientemente el punto de vista de los individuos, los cuidadores, las familias y las comunidades, como partícipes y beneficiarios de sistemas de salud que estén organizados no tanto en función de enfermedades concretas, sino de las necesidades, deseos e intereses de la persona y respeten las preferencias sociales.
El mundo parecería no estar lo suficientemente preparado para responder a los derechos y necesidades de las Personas MayoresPoner el foco en la persona implica una transformación de la propia sociedad: ver en las PM una fuente de experiencia para ella. La transformación que supone el envejecimiento saludable no puede concebirse sin su participación. Las PM son quienes conocen sus problemas e inquietudes de primera mano y a quienes debemos volver a preguntarles cómo les gustaría vivir esta etapa de su vida. Preguntarles por aquello que las motiva.
Directora General de Promoción Social y Bienestar del GCABA